sábado, 18 de mayo de 2013

El día que aprendimos a callarnos y a escuchar. Steven Wilson, México 14 de Mayo 2013


El día que aprendimos a callarnos ..



“… las palabras suenan, los sonidos hablan.”
Richard Strauss



Hace poco escribía mi experiencia primera con la música de Porcupine Tree y mi acercamiento con Steven Wilson, y en mi surgía una duda: ¿podría “The raven that refused to sing and other stories” ser uno de los discos más influyentes en veinte años?. Después del 14 de mayo me quedó claro que si la obra como tal no llega a serlo, su creador, Steven Wilson es un músico que no tiene que esperar otros veinte años, ya lo logró.

Su capacidad es de otro nivel. Tampoco diré que no hay nadie con ese virtuosismo, porque si los hay, y ya los hubo también, pero sin duda pocas veces tenemos la fortuna de presenciar algo así en un escenario. Hay músicos que nos entregan piezas extraordinarias en las grabaciones, pero al momento de ejecutarlas “en vivo” sentimos que nos quedan a deber. Ese no es el caso de Wilson, con él sucede todo lo contrario.

El concierto se basó en su reciente disco, siendo Luminol el primer tema de la noche. Todo un despliegue de  pulcritud también por parte de la banda que lo acompaña. Steven estuvo muy “platicador” agradecía en español e incluso dijo que era una maravillosa ciudad (casi sin leerlo). Continuó con Drive Home, Pin Drop en la que ya se sentía mucho más intenso el ambiente, el sax, la batería, todo se amalgamaba tan a la perfección… luego vino un tema de “Grace of Drowning” Postcard.

The Holy Drinker no tuvo madre, se notaba una fuerza, una energía… por donde se vea si fue un concierto impactante. Si hubo un gran juego de luces pero nada exagerado, nada de parafernalia, ni hizo falta, tan solo el escuchar cada nota integra fue suficiente para tener casi una experiencia pacheca, religiosa o como se quiera entender, y digo casi porque no fue ahí donde se alcanzó el clímax de la noche. Después de éste orgasmo auditivo tocaron Deform to Form a Star donde se notó un gran trabajo en el teclado.

Se hizo una pausa, bajó un delgado telón que proyectó algo que a mí en realidad me recordó a Time de Pink Floyd. Sonidos de reloj, un hombre parpadeando, manecillas que cuentan el tiempo que se nos va yendo… todo esto para darle entrada al tema The Watchmaker. No quiero sonar repetitiva, pero de verdad todos los músicos son de un gran nivel, la flauta, además de la guitarra, se hicieron casi los protagonistas de la primera parte del tema, la batería, el bajo lograron que algunos empezaran a agitar las cabezas, las matas al final de la pieza. Creo que en éste tema se logró que cada músico se explayara.

Aquella manta se quedó ahí sobre el escenario, proyectando el video de Index. Ahí vimos a un Wilson muy rockero, lo vimos más prendido. El juego de sombras al final también fue maravilloso.

Por fin cayó el telón, y mientras lo retiraban el tema Insurgentes empezaba a sonar. De fondo unas tomas de Xochimilco y además de que la canción es profunda, bella, intensa, el ver ese lago que pertenece al país donde vives fue algo que a la mayoría nos partió el alma y nos hizo derramar alguna que otra lagrima, And your dream absolve, and your path dissolve … así como la palabra “Insurgentes” se quedó en la mente de Steven Wilson como un mantra, a mi esa letra se me quedó todos éstos días.

Del mismo álbum, no podía faltar Harmony Korine, que sí, fue de las más “coreadas” de la noche, todos nos volvimos locos, las luces eran más intensas, rojas, al menos yo las sentí así. Aún no habían terminado todos los temas que conforman el último disco de Wilson y que fue el pretexto de la gira, faltaba uno y en realidad no quería que fuera el siguiente, porque sería el último de esa noche tan maravillosa. Y afortunadamente no fue así, No Part of Me hizo que me calmara un poco. Y creo que a todos porque fue de los pocos temas en los que la mayoría estaba sentado.

Antes de empezar el otro tema, Steven nos pidió (casi como ruego) que guardáramos silencio en la siguiente canción, que si teníamos algo que decir lo hiciéramos ahora, y la gente comenzó a gritar, una vez desahogada, pudimos ser testigo de ahora sí, el clímax de la noche, Raider II era esa pieza larga que Wilson había prometido y en la cual requería nuestro silencio absoluto. Más de veinte minutos nos mantuvo por primera vez callados, así además de dejarlos ejecutar su pieza, escuchamos con atención y claridad.

En esa canción, tuve una visión, un viaje a épocas pasadas. Imaginaba que así se sentía ir a un concierto de King Crimson, ver a esos genios haciendo música que te transmita, que te haga sentir algo más allá de ti. Imaginaba que así era cuando el público escuchaba en completo silencio Echoes (Pink Floyd), y al despertar de ese sueño etéreo, me di cuenta que éste muchacho es el gran heredero de esas bandas, de aquel sonido progresivo, de esa técnica, de esa manera de hacer música. Hace música educada, como ya no se hace últimamente (y nosotros deberíamos educarnos también).

Y como nada en la vida es para siempre, vino The Raven That Refused to Sing. Todos los sentimientos a flor de piel, las lágrimas otra vez hicieron su aparición. Por el tema y porque anunciaba el final del recital. El cuervo cantaba en la proyección, cantaba en mi alma, y luego dejó de cantar, así como en la historia que cuenta la canción. Please stay with me…ahhh! Ese nudo en la garganta. Logró conmovernos por todos lados.

De repente se fueron esos 6 hombres que me habían hecho muy feliz… pero regresaron para mi fortuna y la de muchos. Steven dijo que tocaría una pieza de Porcupine Tree, sería alguna de los primeros tres discos, y el encore fue Radioactive Toy. Y ya, no pidan mas porque no hubo otra, creo que fue el único tema en el que todos coreamos al parejo. Luego presentó a los músicos que lo acompañan, todos se llevaron una gran ovación, sobre todo Guthrie Govan (guitarra) y Nick Beggs (bajo).

Y fue así como dio por terminada esa gran noche en el Teatro Metropólitan, ese gran concierto que nos dejó perplejos a la mayoría. Así Steven Wilson dio por hecho que es uno de los grandes, todo es pasión, creatividad y corazón.






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