The raven that refused to sing (and other stories)
"Cuando el hombre deja de crear, deja de existir"
Lord Byron
Hace muchos años ignoraba el trabajo de Porcupine Tree, “Up the Downstair” había llegado a mis
manos allá en el lejano año 2003, el cual escuché una sola vez de corrido, me
sorprendió pero no lo digerí del todo y
lo guardé. Olvidado quedo durante algunos años, hasta que volví a escuchar a
éste grupo…
Hace más de un par de años que el álbum “The Incident” se volvió preferido y referencia en mi vida, no es
lo mismo tener quince años que
veintitantos, las cosas se viven de otra manera y por lo tanto se comprenden de otra… y conforme van pasando los años se
adquiere dicha, dolor, pérdidas, que al fin y al cabo nos llevan al
conocimiento y al crecimiento.
Supongo que todos pasamos por ese proceso, en veinte años quizá pueda
mirar las cosas distintas a como las miro ahora. Y lo mismo pasa con la
manera de expresarnos, como la música.
Después del lanzamiento de “The
Incident” (además de otros proyectos alternos a Porcupine Tree) Steven
Wilson nos deleitó con su álbum solista “Insurgentes” y hace dos nos sorprendió
con “Grace Of Drowning”.
Hace diez años que escuché por primera vez algo de su trabajo, y hoy,
tal como aquel día “The raven that
refused to sing (and other stories)” me ha sorprendido, y en nada se parece a lo
que escuché en aquel entonces.
Hasta cierto punto suena ilógico comparar una obra hecha veinte años
atrás, con un trabajo solista actual, aunque se sea el creador del mismo (tampoco
es mi objetivo hacer comparaciones) pero resulta interesante la evolución del
autor de ambas obras.
“The raven that refused to sing…”
es una obra llena de matices (como todos los trabajos de Wilson), va del funk /
jazz de “Luminol”, hasta la más profunda melancolía del tema que le da
nombre al disco (es imposible que no se los llenen los ojos de lágrimas al
escuchar “Sing to me raven/ I miss her so much / Sing to me Lily I miss you so
much” ) pasando por guitarras densas y dramáticas como en “Drive Home”. Las notas progresivas en “The
Holy Drinker” hacen que sea una gran explosión de sonoridad; “The Pin Drop” es mucho más eléctrica que
las anteriores, pero los coros son sublimes, y “The
Watchmaker” es mucho más densa y a ratos el piano nos puede parecer
nostálgico, la amalgama que crea el bajo, la flauta y el mellotrón es impresionante.
Al fin y al cabo las historias que aquí se cuentan son oscuras, puesto que nos
relatan encuentros con fantasmas y sucesos sobrenaturales, por eso no resulta
extraño que este cargado de tanta melancolía.
Las seis historias “relatadas” en el álbum se pueden leer en el libro
incluido en una de las ediciones especiales del disco. Todas ellas salidas de
la mente de Steven Wilson, quien no se queda quieto y crea y crea, se reinventa como artista sin perder su esencia.
Quizá pasen otros veinte años y “The
raven that refused to sing and other stories” sea un referencia en la
historia de la música, o quizá no lo sea, lo que es cierto es que Steven Wilson
es hoy por hoy una de las más grandes figuras de la música de nuestros días,
como lo sigue siendo Robert Fripp o Roger Waters, hoy él está a la altura de
esos dos genios del prog y la psicodelia. ¿Será que en veinte años nos pueda
regalar otra obra magistral como ésta? ¿O se contagiará y hará giras
presentando lo mismo pero más grande (y más costoso cada vez)? ¿O se retirará
cuando ya no tenga nada que ofrecer como artista? … Los años nos dan madurez y
también nos darán las respuestas. Hoy solo nos resta escuchar el trabajo de
éste gran artista.
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